sábado, 15 de noviembre de 2014

El gusto por los relojes de Julio Cortázar y José María Valverde

     Como ha podido apreciarse en la entrada anterior, la literatura se ha convertido en el mejor aliado del publicista que tiene que anunciar relojes de lujo. En esta ocasión, veremos el fragmento de Julio Cortázar de "Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj" y lo relacionaremos con "Reloj de pulsera", un soneto de José María Valverde que transcribo a continuación.


Ni al desnudarme suelto el leve yugo;
sin reloj ya no sé dormir siquiera.
No tengo libertad, y vano fuera
fingir dejar mi hierro y mi verdugo.

Él me ata a los demás, al mundo activo:
es la rueda en que engrano con la vida.
Si despierto en lo oscuro, su medida
me liga a tierra firme, me hace vivo.

Pero a la vez, con cuchicheo suave,
en secreto me insiste en el recado
de mi muerte y su cita: me recuerda

que me esperan allá, y que cuando acabe,
me escaparé yo solo por mi lado:
libre, entonces no habré de darle cuerda.


     En "Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj", Cortázar describía al reloj como "un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo en el aire". Valverde vierte la misma opinión negativa de los relojes en su soneto. Identifica el reloj como un "yugo" y como un "verdugo". Es decir, los dos autores atribuyen cualidades humanas a los relojes, los personifican. En sus creaciones literarias describen su relación con sus relojes como muy estrecha. Es más, para Cortázar es "un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo". Valverde lo asocia primero con la falta de libertad y, finalmente, con la muerte. Y es que solo al morir nos libramos de la tarea de medir el tiempo.




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