El miércoles 3 de diciembre Francisco García Pérez publicó en La Nueva España, concretamente en su sección fija "Lo que hay que oír", el artículo "Pablo Iglesias y el discurso clásico". El escritor y periodista analiza el discurso del líder de Podemos a través de una argumentación lógica y muy bien estructurada.
García Pérez comienza explicando de qué va a hablar y por qué. Analizará la intervención de Pablo Iglesias en el acto de clausura de la reciente Asamblea de Podemos, fijándose en la forma y no en el contenido. ¿Por qué? Como reacción a un artículo de Santos Juliá titulado "Mucha frase, ningún discurso", en el que dice que Pablo Iglesias "ha subvertido la oratoria política. Fuera la estructura y las figuras del discurso".
Según García Pérez sí hay un discurso, que incluso llega a calificar de clásico. Afirma que la intervención no subvierte las reglas de la oratoria política, se atiene a una estructura muy definida y, además, está repleta de figuras discursivas. Para el escritor, se trata de un discurso novedoso que sigue las normas de la retórica clásica. Piensa que si es criticado es precisamente porque se aleja de los discursos convencionales (grandilocuentes y pomposos por fuera, vacíos por dentro) a los que otros políticos nos tenían acostumbrados.
García Pérez comienza la argumentación en la que sustenta su opinión de manera muy didáctica, como si se tratara de una clase. Parte de la definición de la RAE de "discurso". Después, dice que el discurso de Iglesias es tan clásico que pudo distinguir en él las submodalidades del mismo, que son las siguientes:
- Arenga. Discurso de tintes militares que busca exaltar al oyente.
- Perorata. Discurso largo, molesto, sin contenido. Tiene un claro valor despectivo.
- Prédica. Discurso ligado en su origen a la figura del predicador y, por lo tanto, a la religión.
- Sermón. También con un valor despectivo, se trata de un discurso paternalista, de origen religioso, en el que se busca aleccionar al oyente, llevarle por el "buen camino".
- Exhortación. Con presencia en el mundo militar, se trata de aquel discurso que pretende mover al receptor a hacer algo determinado.
Sin embargo, García Pérez se equivoca al decir que "la estructura a la que se atuvo [...] es, asimismo, la que se enseña en las escuelas". Y es que, lamentablemente, las clases de oratoria brillan por su ausencia en las aulas. Por otro lado, está acertado al destacar el uso de eslóganes en el discurso de Pablo Iglesias. Además, subraya que son muy utilizados en la propaganda política.
García Pérez hace hincapié en las caídas de intensidad bien medidas, mediante neologismos creativos, pleonasmos, "gracietas", expresiones del común, ejemplos ilustrativos o citas. Pero, para el articulista, la figura retórica que sobresale entre las demás es la anáfora. García Pérez vuelve a mostrar su faceta más didáctica y da otra definición. A continuación, cita algunas de las anáforas que se ha encontrado en la intervención. Por último, acaba diciendo que el discurso es "tan clásico como la anáfora que acabo de usar".
Si quieren leer el artículo de Francisco García Pérez, está disponible a través de este enlace. Y si les apetece compararlo con el de Santos Juliá, aquí.
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