martes, 30 de septiembre de 2014

"Paseo de la identidad", de Luis Bagué Quílez

     El joven poeta, ensayista y crítico literario Luis Bagué Quílez ha sido galardonado recientemente con el XII Premio Emilio Alarcos. Fruto de ello nace la presente edición de Paseo de la identidad, un poemario fresco y actual, que explora el concepto de identidad mediante numerosas referencias a lo cotidiano. El autor estructura su obra en tres partes, en las que hay espacio para lo internacional y lo nacional, lo más profundo y lo más vanal, en definitiva, todo aquello que representa a quienes viven en un mundo globalizado, pero con sus particularidades.

     De este modo, Bagué da cabida en su libro a Starbucks, a los GPS, al mp3, al 3D o a Lost in Translation, pero también a los "sintecho", los obreros o las áreas de servicio. El hilo conductor de todos estos elementos es la ironía que, junto con las múltiples referencias, hacen de este un poemario muy personal e interesante.

Retórica y Publicidad

     La retórica es anterior a la publicidad y, en cierto modo, a la literatura. Se trata de un término que perdió prestigio a partir del Romanticismo y que, hoy en día, se vuelve a revitalizar.

     La retórica es el arte de hablar formal y correctamente en público, por lo que tiene que ver con la oratoria. Surge en Grecia como actividad y como estudio, pues era un arte práctico. Tenía mucha importancia, en parte por el régimen democrático que estaba implantado. Otra razón que contribuyó a darle valor es la política: tenía más relevancia saber convencer que tener razón.

     Estos discursos estaban relacionados con la literatura, ya que tenían características que luego pasarían a la prosa literaria. Se basaban, por tanto, en la retórica y en la poética, características fundamentales hasta el Romanticismo. Tanto es así, que los elementos retóricos se enseñaban en la escuela. Sin embargo, durante el Romanticismo el concepto de literatura cambia, se pone la intención en la expresión personal, en la originalidad.

     Actualmente, sin embargo, la retórica ha vuelto a cobrar mucha importancia, sobre todo en el ámbito judicial y en el político. En política hay que saber convencer a la gente, el hablar es muy importante, pues de esto depende que la gente se identifique con un modelo determinado. Hoy en día, también está vinculada a la publicidad que es, en cierto modo, retórica por otros medios.

     En cuanto a las reglas de la retórica, hay tres que son comunes en el ámbito que sea:

  • Inventio: discernir el tema del que se va a hablar y documentarse del mismo
  • Dispositio: ordenación y estructuración de la información recopilada
  • Elocutio: redacción del texto en sí mismo, cuidando el estilo, corrigiendo erratas y repeticiones léxicas
Y dos que son específicas del discurso oral:

  • Memoria: aprendizaje del discurso
  • Actio: gesticulación, lenguaje corporal
     Las figuras retóricas están vinculadas a la elocutio. Hay dos clases distintas:

·         Fónicas.

- Paronomasia. Uso de palabras que tienen sonidos similares pero significados diferentes.
- Rima. En general, se produce cuando se repiten sonidos entre palabras al final de los versos. Dicha repetición ha de producirse a partir de la última vocal tónica. En publicidad, sobre todo hace varias décadas, era muy habitual el uso del pareado. Un ejemplo es el eslogan de la marca de colchones Pikolin en 1964: " A mi plin, yo duermo en Pikolin".
- Homoioteleuton, es decir, los finales de un enunciado han de ser iguales o semejantes, pero sin llegar a haber rima.
- Sinestesia. Consiste en la repetición de sonidos con un valor simbólico. Un ejemplo es "En el silencio solo se escuchaba un susurro de abejas que sonaban", de Garcilaso. Este fenómeno tiene relación con las onomatopeyas, pues trata de evocar el contenido.
- Calambur. Es un juego de palabras que consiste en modificar el significado de una palabra o frase agrupando de distinta forma sus sílabas.

·         Gráficas. No tienen que ver con el significado, sino con el significante. Un ejemplo es el cómic tradicional, que se nutre de los recursos gráficos para expresar todo tipo de situaciones. Es decir, estamos ante la tipografía expresiva.

     Por otro lado, están las alteraciones ortográficas. Tanto la literatura como la publicidad luchan contra los automatismos. Estamos acostumbrados a ver o escuchar determinadas cosas de determinada manera, de modo que acaban resultándonos invisibles. Modificando la ortografía lo que se busca es, en definitiva, llamar la atención del público.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Comentario de un cartel publicitario: "Non más presos, insumisión"


  Entre los días 15 y 30 de septiembre tenemos la ocasión de disfrutar en el Aulario de la Facultad de Filosofía y Letras de Oviedo de una exposición de carteles publicitarios muy interesante. Bajo el título "Carteles sobre la insumisión en Asturias, Años 80 y 90, siglo XX", la fundación Juan Muñiz Zapico presenta una serie de anuncios sobre el movimiento de insumisión que se vivió en la provincia.

   Este cartel publicitario tiene el fin de concienciar a la gente de las injusticias que se cometían con las personas que se negaban a hacer el servicio militar obligatorio. Además, es por sí mismo una forma de protesta e instiga a quien lo observe a la "insumisión". Es decir, a que no se deje someter al juicio o la acción de otra persona u organismo. En este caso, las penas de cárcel que imponía el gobierno de España.

    En la composición solo se emplean tres colores. El blanco para las letras, de manera que el mensaje sea lo que más destaque, y el negro y el violeta para la fotografía, retocada. En ella vemos una mano  entre rejas, en una celda, haciendo un gesto con las manos, que podría ser el símbolo de la victoria o el de la paz. Es decir, deducimos del mensaje "Non más presos, insumisión", que la información que se quiere transmitir al receptor es que las personas que se encuentran en la cárcel están en esa situación de manera injusta y que, precisamente por ello, hay que reaccionar, hacer algo.

     El eslogan y la fotografía se complementan a la perfección, y quien lo ve se da cuenta en seguida de lo que se quería expresar. En conclusión, puede que resultase un tándem que aportara buenos resultados a la campaña publicitaria "pola llibertá de los insumisos" del Conceyu Ciudadanu.

Similitudes y diferencias entre literatura y publicidad

     La literatura y la publicidad son disciplinas con diversos puntos en común, pero también con importantes divergencias. En primer lugar, cabe destacar el papel que desempeña el autor en las dos materias. En el ámbito literario, el autor es de suma importancia. El escritor firma su obra como muestra de orgullo y busca reconocimiento por su creación. Además, identificar al literato es necesario para comprender las características de sus escritos y situarlos en el contexto adecuado. Sin embargo, en el entorno publicitario, los escritores se mantienen en segundo plano. Si bien su trabajo es vital para la venta, es la marca del producto y no el nombre del autor la que permanece en la memoria de los receptores. Entre otras cosas, porque no es necesario para captar el sentido del anuncio. De todos modos, existen obras literarias anónimas, la mayor parte de ellas siglos atrás. En algunos casos, la anonimia era consecuencia del miedo a las represalias, como sucede con El Lazarillo de Tormes. En otros, se debía al carácter eminentemente oral de la obra, como sucede con el Romancero. Su autor no es solo anónimo, sino también colectivo, algo poco usual en la literatura pero muy frecuente en publicidad. Uno de los casos en los que la autoría es colectiva en el marco literario es en el teatro, así como en los guiones cinematográficos y de televisión.

    Por otra parte es destacable que, mientras la publicidad siempre se realiza por encargo, en la literatura no es tan habitual. Esto significa que el publicista no es tan creativo como pudiera parecer sino que debe ceñirse a unas pautas muy estrictas dependiendo qué sea lo que tiene que publicitar.

    Centrándonos en el lenguaje que se emplea en las dos materias, parece claro que en la literatura predomina la función expresiva y en la publicidad, la referencial y la apelativa. En el ámbito publicitario se combinan estas dos funciones porque, para vender un producto, debe informarse al posible comprador y, al mismo tiempo, incitarle a que adquiera lo que se publicita. Respecto a este último punto, cada vez es más sutil. Es decir, la publicidad mejora conforme va pasando el tiempo y cada vez se induce a la compra al receptor de manera más subrepticia.

     La publicidad tal y como la entendemos hoy en día surge en el siglo XIX y se desarrolla en el XX. Nace con la Revolución Industrial y, por tanto, con la sociedad de consumo. Y es que, anteriormente, predominaba la escasez. Antes de este momento la publicidad era ideológica, tanto política como religiosamente hablando. El término por el que se la conocía era "propaganda", que viene de la propagación de la fe. Durante muchos siglos el arte (dentro del que situamos la literatura) estuvo ligado a la religión, pues era un mecanismo publicitario. De este modo puede apreciarse cómo, desde hace siglos, literatura y publicidad han ido de la mano.